La Wiener Werkstätte perseguía el objetivo de promover los intereses económicos de sus miembros mediante la formación y adiestramiento de los mismos para las artes industriales, a través de la elaboración de objetos artesanales de todo tipo según los diseños artísticos realizados por los miembros de la cooperativa y mediante la construcción de talleres y de la venta de los productos elaborados. De esta manera se hizo posible fabricar artesanía de calidad superior
Durante el primer año se empezó con una pequeña vivienda de distrito IV con un taller para metales y plata; a finales de 1903, el domicilio social de la empresa se trasladó a la Neustiftgasse 32/34, situándose en el ala abandonada de un edificio. Aquí Hoffmann y Moser habilitaron salas de exposiciones, dibujo, así como talleres para carpinteros, obreros metalúrgicos, de cintas, orfebres, barnizadores, pintores, curtidores y encuadernadores. Además, en la última planta del ala contigua se había ubicado la oficina. En sus años de mayor apogeo, la Wiener Werkstätte dio empleo a más de 300 trabajadores.
Las condiciones de trabajo eran para aquella época realmente progresistas. El taller se guiaba por principios democráticos los trabajadores participaban las ganancias al quedar excluido el comercio intermediario. El artesano además no debía actuar como fabricante anónimo sino estar en continuo contacto con el diseñador y el comprador. La innovación revolucionaria vino dada por la firma de los objetos no sólo por el artista sino también por el artesano; el monograma del artista esta escrito en un cuadrado y el del artesano en un círculo. De esta manera se promovió la identificación personal del trabajador con su producto.
los diseños procedían artistas de renombre como Gustav Klimt, Oskar Kokoschka, Egon Schiele, Carl Otto Czeschka, Gudrun Baudisch, Franz Karl Delavilla, Anton Hanak, Mathilde Flögi, Ludwing Heinrich Jungnickel, Anton Kling, Carl Moll, Koloman Mosen, Richard Luksch, Dagobert Peche, Alfred Roller, Vally Wieselthier, Edouar Josef Wimmer-Wisgrill y por supuesto Josef Hoffmann. El carácter de integridad de la Wiener Werkstätte requería que sus artistas no se limitara a la de sus disciplinas , sino que trabajaran en todos los campors.
De este modo, Hoffmann se presentó como diseñador de artesanía artística llegándose a hacer un nombre en ese terreno. En 1910, por ejemplo el dirigente compositor Gistav Mahler le encargó una diadema para su esposa Alma. La relación de obras de Hoffmann abarca más de 1000 trabajos de artesanía artística: muebles, utensilios domésticos, encuadernaciones, joyas y moda. En estos diseños se observa que una vez encontrada una forma, esta variaba continuamente en los diferentes objetos. Algunos trabajos, como las cestas de rejilla de hojalata troquelada o plata, están considerados iconos del diseño del siglo XX y alcanzan precios estrepitosos en las subastas internacionales.
Oskar Strnad, Adán y Eva, 1920
Los clientes de la Wiener Werkstätte eran en su mayoría artistas, miembros de la alta burgesía, representantes de las altas finanzas de origen judío y de la gran industria que también estaban representados en el entorno de la Secession. A menudo se trataba de parientes de Fritz Warndorfer. Como el Taller fabricaba únicamente artículos de lujo, su trabajo no resultaba rentable, dependiendo por ello del apoyo económico de patrocinadores. Entre éstos contaban los clientes que habían encargado los edificios de mayor importancia que por aquel entonces Hoffmann había construido, decorado y amueblado en colaboración con la empresa como una obra de arte total. Por tanto, se puede decir que la Wiener Werkstatte funcionaba como una «casa de decoración» para, por ejemplo, el Sanatorio Pukersdorf, el Palacete Stoclet, el Cabaret Fledermaus o la Residencia Ast. A partir de 1907 se empezaron a distribuir productos a través de un comercio en Am Graben nº 5, en el casco antiguo de Viena, que había sido diseñado por Hoffmann. Además existían sucursales de venta en el interior del país y en el extranjero: en los famosos lugares de vacaciones Karlsbad, Marienbad y Velden en Wörthersee, en Zurich, en Nueva York y en Berlín.
Los primeros años, entre 1903 y 1904, fueron los más productivos. La Wiener Werkstatte se hallaba entre las empresas más interesantes e importantes desde el punto de vista cultural e histórico de aquel tiempo. Sus productos alcanzaron en un breve espacio de tiempo gran fama internacional, debida en gran manera a su presentación en exposiciones nacionales e internacionales, diseñadas éstas a su vez por Hoffmann: en 1904 en la Casa de Artes Industriales de los Hohenzollern en Berlín, en 1905 en la Galería Miethke en Viena, en 1906 en Londres y en 1908 en la Muestra de Arte en Viena.
La Wiener Werkstatte pronto se encontró con dificultades de tipo económico. En 1914, Warndorfer, el mecenas más generoso de los primeros años, arruinado a consecuencia de su apoyo financiero a la Werkstatte, emigró a los Estados Unidos. Otto Primavesi y su esposa Eugenie «
La crisis económica mundial de 1929 y sus consecuencias supusieron el final del proyecto. En 1932 se liquidó la Wiener Werkstätte y se subastaron las existencias. Con ello concluyó uno de los capítulos más importantes de la historia de la cultura austriaca.