Pabellones en la Exposición "Arts Decoratifs" de Paris

La mejor arquitectura Art Decó francesa fue la que se creó para la Exposición Internacional de 1925, destinada a durar sólo seis meses. Como el recinto iba a ser arrasado tras el certamen, se pudo experimentar con formas arquitectónicas revolucionarias y con materiales experimentales. En lugar de piedra y ladrillo se utilizaron laminados y materiales plásticos. La carta de la Exposición hizo del radicalismo un requisito previo: "Para ser admitidas en la Exposición, las obras deben mostrar una inspiración nueva y originalidad real. Deben ser ejecutadas y presentadas por artesanos, artistas y fabricantes que hayan creado los modelos, y por editores de arte decorativo moderno e industrial. Reproducciones, imitaciones, y falsificaciones de estilos antiguos quedan rigurosamente prohibidas". El resultado fue una estimulante mezcla de construcciones de vanguardias, especialmente en la Explanada de los Inválidos y encima del puente de Alejandro III. En la orilla derecha del Sena, desterrado entre los expositores extranjeros estaba el Pabellón del Espíritu Nouveau de Le Corbusier, rígidamente perpendicular.


En cada ocasión el visitante se veía expuesto a una extraña mezcla de terrazas cúbicas, arcos traslapados y galones. Un crítico consideró que la arquitectura de la Exposición era un conglomerado de rectángulos y triángulos desproporcionados y observó con ironía que las siluetas del Louvre, Las Tullerías y Los Inválidos se mantenían a distancia como "salientes fantasmas desaprobadores"

Pabellón de Turismo



Pabellón de Lyon de Tony Garnier



Pabellón Primavera de Henri Sauvage & Wybo

Pabellón Pomone de H. Boileau

Pabellón Mâtrise de F. Chanut